
Internet es, sin duda alguna, la gran revolución de lo que llevamos de siglo. Casi sin darnos cuenta se ha convertido en esencial para trabajar, estudiar, comunicarnos, informarnos, entretenernos o hacer todo tipo de trámites cambiando para siempre nuestra forma de vivir.
Un cambio que está costando a muchos mayores y al que se han habituado como peces en el agua los nativos digitales, apelativo por el que se le conoce a todos aquellos que han nacido en plena era digital. La diferencia en el manejo de la red de redes entre generaciones es tal que, a menudo, resulta imposible saber en qué emplean el tiempo libre y qué hacen o no hacen los más pequeños o adolescentes mientras se pasan el día pegados a la pantalla del teléfono o del ordenador. Algo que, como nos vienen recordando desde muy distintos estamentos, es más que peligroso.
El primer gran peligro al que se enfrentan los más jóvenes cuando navegan por la red es al de la posibilidad de que contacten o sean contactados por personas que no son quienes dicen ser. Dado que cualquiera puede entrar a internet, cualquiera se puede abrir un perfil en una red social o un foro y cualquiera puede falsear su identidad en un registro las posibilidades de ser engañados son potencialmente muy grandes.
Un peligro que aumenta cuando estas personas tienen intenciones ocultas en sus comunicaciones con nuestros hijos. Ya que, a menudo, aquellos con malas intenciones saben perfectamente cómo comunicarse con un joven, cómo ganarse su confianza y cómo conseguir que, poco a poco, se deje seducir por este. De ahí que debamos ser conscientes de dónde se mueven y con quién interactúan cuando navegan.
Si tenemos suerte y se limitan a interactuar con sus conocidos nuestra principal preocupación será qué información vierten sobre ellos, su vida privada, con quiénes van, adónde van, a qué horas lo hacen, dónde viven, qué les gusta y todo tipo de información personal. Algo que puede ser utilizado por ciberdelincuentes con las peores intenciones y que exige de un control exhaustivo sobre el movimiento de nuestros hijos en internet.
En el caso de que realicen compras por internet o para videojuegos mediante el uso de nuestra tarjeta de crédito deberemos estar delante de ellos cada vez que vayan a utilizarla y comprobar que las compras y los cargos corresponden con los que avisaban antes de cerrar la compra. De igual manera es capital revisar que nuestros datos no se han quedado guardados, ya que de lo contrario nos exponemos a un gastos continuado muy peligroso.
Los expertos recomiendan preguntar sobre sus hábitos online desde el primer momento
Si en algo coinciden todos los especialistas sobre el uso de internet en los menores de edad es en la necesidad de empezar a preguntar sobre dónde acceden, con qué intenciones, con quién hablan y conocer todo tipo de detalles desde el primer momento en el que los pequeños acceden autónomamente a internet. Si no es así y les damos cuerda sin más será muy complicado contar con su confianza para poder estar al tanto de lo que hacen en el mundo digital. Y si eso sucede, todos estos peligros y alguno serán más posibles que nunca.
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